Translate

lunes, 21 de marzo de 2016

Pero si fueras una estrella…

Durante una sesión de habilidades sociales y asertividad la participación de una alumna generó este debate que hoy comparto con ustedes. He aquí lo sucedido:
Profesor, ¿cuándo seamos profesionales, cómo deberíamos enfrentar una entrevista de trabajo?”, no lo pensé dos veces y le dije: hija, lo primero que deben hacer (todos) es (no) prepararse para ser profesionales, sino para ser estrellas. Cuando una persona se tiene que someter a entrevistas para aspirar a un empleo es porque sencillamente (no) brilla lo suficiente todavía, no es una estrella, sino un profesional que necesita ser probado.
¿Y qué diferencia hay entre un profesional y una estrella?, –agregó.
La diferencia entre ambos radica en que el profesional posiblemente cuente con una preparación académica fuerte, mientras la estrella es eso y más que eso, es integralidad, es brillo, sabiduría y luz. Lo profesional es un atributo más que las estrellas suman a su arsenal: las actitudes, la capacidad de dar y su desarrollo sociocultural e integral. Cuando se reúnen los atributos mencionados, hasta las mejores empresas “se matan” para que formes parte de su equipo y te proponen jugosas ofertas de trabajo incluso antes de graduarte.
¿Podría ponernos un ejemplo?
Sí, claro que sí, –respondí. Imaginemos que un importante consorcio empresarial necesita un profesional para un puesto determinado. Por el mismo hecho de no haber encontrado una estrella se ve obligado a publicar ese empleo a través de los medios de difusión. Solicita currículos de posibles aspirantes, acicalas el tuyo y lo mandas a competir. Finalizado el proceso de selección escogen tu currículo entre 20 propuestas, te citan a la entrevista personal, la apruebas y te proponen un salario indecoroso. Reclamas, pero el empleador te dice: “esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas”, tanto tú como el empleador saben que detrás quedaron 19 aspirantes que gustosamente aceptarían el trabajo hasta por menos dinero. Siendo así, posiblemente aceptarás y con ello pagarás el precio de (no) ser una estrella.
Pero si fueras una estrella, esa misma empresa no se molestaría en publicar la plaza en ningún medio, iría a verte personalmente para que formes parte de ella, te tratará con cariño, con distinción, sin arrogancia, te propondrán un salario decoroso, pero tú, como eres una estrella y eso lo sabes bien, le dirás: “muchas gracias, está muy buena la oferta, pero mi salario lo propongo yo y por menos de “tanto” no estoy dispuesta”. La empresa, tratará de negociar, pero al final aceptará tus condiciones y, aunque tenga que pagarte un poco más de lo previsto, te aceptará porque sencillamente eres una estrella y todas las empresas necesitan un poco de luz y brillo para verse y proyectarse mejor.
Pero profe, en caso de no ser una estrella, ¿cómo hacemos? –propuso otra estudiante. En ese caso tienes la obligación moral de preocuparte por serlo, si no lo consigues porque tus límites mentales son más fuertes, aventúrate a lo otro (ser una profesional). Entonces, cuando asistas a una entrevista de trabajo, aparte del componente profesional que exige el perfil, procura conducirte con mucho respeto, empatía, autorregulación, motivación y sobre todo con habilidades sociales. Hazte acompañar de una sonrisa esplendorosa e inteligente, evita excesos, piensa vigorosamente antes de abrir la boca para afirmar algo, sé autentica, escucha al interlocutor, procura ir vestida correctamente, pues todavía la forma sigue siendo relevante y a veces, hay que alinearse al viento para llegar más lejos, más rápido y con menos esfuerzos.

_____
La imagen que acompaña este trabajo fue tomada del blog Reflexiones sobre El Ser Creativo, I Congreso de Mentes Brillantes

No hay comentarios:

Publicar un comentario