El
rector renuncia, Doctores Honoris Causa de la Universidad César vallejo (UCV) también,
la opinión en torno a estudiantes y docentes de la UCV es desfavorable.
Instituciones universitarias alentando a alumnos y docentes abandonen la UCV y
se incorporen a sus respectivos centros educativos, medios despotricando de una
universidad cuyo estudiantado es uno de los más nutridos no solo del país sino
de todo América Latina. En medio de toda esa avalancha, –como docente
vallejiano– uno se pregunta: ¿Qué hago? ¿Me escondo? ¿Renuncio? ¿Cómo manejo todo
esto? Les explicaré qué haré yo y por qué lo haré.
¿Qué haré?
Seguir
preparándome, aprendiendo, superándome, investigando. Seguir proyectándome a la
comunidad (cada vez con mayor honestidad y sencillez). Seguir publicando
artículos científicos. Seguir adentrándome en el largo camino rumbo a la
integralidad académica. Seguir elevando mi moral para luego poder exigir moral
a mis alumnos. Asimismo, aprovecharé mejor el tiempo, mientras otros se
concentran en censurarme/nos, yo estaré leyendo muchos libros pendientes y
releyendo otros importantes como El
hombre mediocre, Poemas Pedagógicos, El llano en llamas, Tres tristes tigres, El
viejo y el mar, Veinte poemas de amor…, España, aparta de mí..., entre muchos más. Estaré estudiando
con mucho ahínco, pues veo en ello la única manera de llevar a mis alumnos, no
solo conocimiento, sino actualidad, cultura y desarrollo.
También
haré otras cosas muy importantes como profundizar más el dominio de otros
idiomas y actualizarme con respecto al dominio de las TICS. Procuraré mejorar
mi criticidad hacia las cosas. Seguiré aprendiendo a proceder con inteligencia
emocional. Me comprometeré, cada vez más no solo con la cultura nacional, sino
con la importancia de la misma para el desarrollo integral de mis alumnos. Leeré
cada material académico que llegue a mis manos o que encuentre en Internet (por
iniciativa propia o recomendación). Me enfocaré en hacer de cada educando mío,
un peruano mejor, capaz de servir a su país esté donde esté tenga el cargo que
tenga, sea quien sea. Don Nicolás de Piérola en una entrevista concedida al
periódico guatemalteco Diario Centro América decía: “El bien se
puede hacer a la patria, lo mismo en carácter de gobernante que en el de
gobernado”. Son muchas las metas, pero en medio de ellas, hay una sola cosa que
(NO) pienso hacer: renunciar a mi Universidad César Vallejo.
¿Por qué digo esto?
Desde
que ingresé a esta casa de estudios (hace 4 años), no ha pasado trimestre en
que no haya recibido acciones de capacitación enfocadas en algo muy sencillo:
elevar el nivel académico-profesional de todos los docentes vallejianos con el
afán de formar profesionales (prefiero llamarlos estrellas) competentes y
humanos.
La Vallejo
tiene una característica muy singular: apuesta por el talento de los
jóvenes. Reconoce en ellos un baluarte
fundamental para la educación y el desarrollo de la nación. ¿En qué me baso?
Cuando ingresé, tenía 32 años de edad, a penas licenciado. Luego, la misma
universidad me dio todas las facilidades (incluido apoyo económico) para ir a
sustentar mi maestría (a Cuba), acto seguido, también me ofreció facilidades
para titularme como doctor en Administración de la Educación.
En
fin, desde mi ingreso a la UCV hasta acá, he crecido mucho, no solo en lo
académico, sino moral y culturalmente, he encontrado la motivación que buscaba para
poder investigar y publicar. He podido aprender de muchos docentes valiosos que,
aunque no son renombrados, su sapiencia los exalta al nivel de los mejores. Todo
ello hace que me sienta un profesional con altísima autoestima, a tal punto que
cuando la UCV considere pertinente condecorarme como Doctor Honoris Causa, aceptaré
esa condecoración, pero no como una condecoración cualquiera, sino como un
reconocimiento a mi labor académica, social, moral, ética y estética. Lo aceptaré como
una condecoración que debe acompañarme hasta la tumba.
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