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jueves, 28 de julio de 2016

Valores: amor y desprendimiento para no involucionar

En una sesión de Valores un estudiante, pidió la palabra para hacer la siguiente pregunta: “profesor, ¿qué pasa cuando practicas tus valores y la gente no te responde como esperas?” Le pedí pusiera un ejemplo y así lo hizo: “Un día cedí el asiento en el microbús y la señora no agradeció mi gesto”. El joven se llamaba Robert.
Robert, ¿qué tal si partimos de la Biblia?, –asintió con la cabeza–. San Mateo 6:3 nos dice: “que no sepa tu mano izquierda” y el salón me ayudó “lo que hace tu derecha”. Tenemos que comprender un principio básico que lo explica todo y que se mencionó hace un rato: “los valores son convicciones”. Por tanto, se practican por convicción y no a cambio de nada. Jacinto Benavente, dramaturgo español y Premio Nobel de Literatura (1922) decía: “la alegría de hacer bien está en sembrar, no en recoger”.
Imaginemos cualquiera de ustedes en un día habitual. Se levantan (después de su gimnasia matutina y haber desayunado bien), toman trasporte para asistir a la universidad. Su deber, como ciudadanos honorables y más en su condición de estudiantes universitarios, es saludar al subir al microbús. Probablemente nadie te responderá, pero recuerda que tú no saludas para que te respondan sino por convicción. Si hay dónde te sentarás, pero si más adelante sube una mujer embarazada, persona mayor o alguien que precise tu solidaridad, le cederás el asiento, si (no) te agradece verbalmente, qué importa, tu acción no fue buscando agradecimiento, sino poniendo en práctica las convicciones que viven en ti y que te hacen superior.
Al descender del microbús, pagas y agradeces, pero podría asaltarte una duda: ¿por qué agradecer si estoy pagando? Piensen cómo hubiese sido transportarse a pie desde tu casa hasta la universidad u otras situaciones similares. “¿Qué otras situaciones profe?”, –indagó otro estudiante–. Muchas, por ejemplo:
  • Esa unidad de transporte necesita mantenimiento.
  • Los conductores y cobradores tienen familia que mantener, cuentas que pagar, gastos que hacer para que su movilidad se mantenga en buen estado técnico y pueda estar disponible para otras personas necesitadas como tú.
  • Has llegado sano, salvo y a tiempo a tu destino.
  • ¿Regresarás caminando a casa? “No”, –respondió él mismo.
  • Mañana cuando necesites transportarte nuevamente, ¿volverás a utilizar sus servicios o vendrás a pie? “No” –respondió nuevamente.
Pagar el transporte es un deber social, pero ser agradecido es un don que solo se encuentra en las personas más frondosas. Por otra parte, la repetición (cada vez más creativa de nuestras acciones positivas) es esencial para nuestro desarrollo personal y profesional. Si hoy hicimos el bien y logramos poner en práctica nuestras convicciones sin dejar que nos asalte el ego, mañana haremos lo mismo pero poniéndole más amor y desprendimiento para no involucionar; ello hará que nuestras raíces se sostengan mejor y seamos más fuertes, más difíciles de destruir y, obviamente, modelos de persona a seguir.

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